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Pensando

Rejunte

Hoy me descubrí con un montón de cosas en la cabeza sembradas por otros.

Mili (además de invitarnos a la nueva joya cordobesa: S.P.M) estuvo diciendo un par de cosas sobre actitudes con las que coincido totalmente. Hay un principio básico: "a palabras necias, oídos sordos". Pero también se aplica a otras expresiones además de las orales como comportamientos, formas de pensar, etc.

En mi caso, trato de ser lo más sincero posible. Aquellas personas que no me caen, si no lo saben es porque su capacidad de negación es increíble. Hago lo imposible por evitarlos y, si no es posible, los trato diplomáticamente mal. Es decir, contesto con monosílabos haciéndoles saber que no me interesa continuar la charla. Punto. No es agresivo, no maltrato a la otra persona y, si me preguntan al respecto, seré lo más franco posible tratando de no herir sus sentimientos. Eso sí, hay que poner al frente de todo la tolerancia; no es cuestión de mandar de acordarse de toda la familia del primero con el que nos topemos que figure en la lista negra cuando estamos cruzados.

Cambiando de tema, Diego me hizo pensar en apodos. De chico he dado al resto del mundo razones de sobra para ponerme apodos de todo tipo y color. A los 6 años, con el pelo de pocos milímetros de alto, las protuberancias a los costados de mi cabeza me valieron el apodo de: Dumbo. Recuerdo haber perseguido a más de uno de mis compañeritos por todo el patio enojado ante dicho apodo. Además de ese, sólo uno me causó bronca: "a-dolphin" (leerlo en inglés) que me adjudiqué en mi instituto de inglés al hacer un papelón público con dicha frase. Sin embargo, ya no corría a nadie y los dejé reirse todo lo que quisieran.

Después de eso hubo sólo dos grandes "clases" de apodos. Aquellos que se referían a mi adoración por leer y ocmentar lo que había leído, por saber y explicar todo lo que pudiese; y aquellos que son variaciones de mi nombre. Los que recuerdo en este momento de la primer categoría: Sabihonda, Cerebro (por "Pinky & Cerebro") y Petete (por "El libro gordo de Petete"). Después, obviamente están: Mati y los más recientes - culpen a mis compañeros de la facu por éstos - Tute, Chuchu y Matute (hay una persona que de sólo decirlo me enamora ;) ).

Otro tema. Vía SlashDot encuentro que si seguimos recibiendo spam en nuestras casillas de mail es porque todavía hay gente que se las cree. Según las estadísticas, casi 30% de las personas caen en las garras de dichos mails dejándole a los spammers un lindo pedazo de la torta y la redituabilidad necesiaria como para que sigan ejerciendo. Proponen, también, un test on-line con 10 e-mails y uno tiene que decir si son verdaderos o falsos; lleva su tiempo hacerlo pero es recomendable. Yo le erré a 3 - ¿coincidencia con las estadísticas? - por suerte uno lo dí por falso y era legítimo... creo que era por la costumbre de recibir los clásicos: "Te van a cerrar la cuenta de Hotmail".

Por último, vía Plaza Linux descubrí una nueva distribución Linux: Xandros. Por lo pronto, sé que está basada en Corel Linux y Debian y que algunas de sus versiones comerciales ofrecen soporte para software de Windows. Tendría que estudiarla más a fondo; pero por ahora se anota a la lista de opciones a una futura - y cada vez más lejana - migración.

3 comentarios

Patricia -

y eso de ¿¿Pato??. Muy bien "Mato", con que esas tenemos... jajajaja

Matías -

Pato: llamame como quieras. No hay ningún tipo de apodo que me moleste... excepto "nene". Por alguna razón ese no me gusta en lo más mínimo; pero tampoco me voy a "poner violento" si me lo dicen :p

Patricia -

No pensé que te comportaras así cuando alguien no te cae bien. Yo también paso, y trato de no cruzármel@ por el camino, pero mis amigos dicen que mi cara es un poema, y cuando no trago a alguien pongo unas caras...

A lo largo de mi vida me han puesto muchos motes, por ejemplo Rachel o Patita. Pero los amigos íntimos y mi familia me llaman Pati.
Y de tus motes, me gusta el de Mati. ¿Te puedo llamar así de vez en cuando?